El miedo es una reacción natural, pero… ¿por qué tu hijo le teme a la oscuridad? Descúbrelo y conoce algunos consejos para ayudarlo.

Miedos infantiles

Uno de los miedos más frecuentes en la infancia es el miedo a la oscuridad. Suele aparecer en los niños aproximadamente a partir de los tres años y durar hasta los ocho o nueve años. 

¿Por qué surge este problema?

El miedo a la oscuridad puede iniciar después de que un niño haya escuchado algún cuento, visto una película u hojeado algún libro. O quizás alguna imagen, una experiencia o simplemente producto de su imaginación.

Si bien se considera una etapa normal en el crecimiento, es importante tomar algunas medidas para que lo supere y pueda dormir tranquilo por las noches, ya que de lo contrario, existe el riesgo de que el temor se convierta en una fobia.

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¿Cómo ayudarlo a superar el miedo a la oscuridad?

1. Juegos para vencer el miedo a la obscuridad. 

El juego ayuda a los niños a superar su miedo a la obscuridad. Se pueden plantear juegos clásicos que impliquen vendarse los ojos, como la gallinita ciega, ponerle la cola al burro, reventar una piñata, etc. 

2. Dejar encendida alguna luz tenue.

Lo recomendable es que casi no ilumine pero que sí deje algo de claridad en la habitación. Una opción ideal es una lámpara de buró.

3. No encender la luz como solución.

Si el pequeño se despierta asustado en mitad de la noche y llora o llama a los mayores, hay que tranquilizarle sin encender las luces.

4. Establecer rutinas relajantes.

Las rutinas relajan a los pequeños, contribuyen al buen dormir y también ayudan a reducir los temores nocturnos.

<< Estrategias para superar los miedos de tus hijos >>

5. Mostrar que la casa es segura. 

Hay que ir con él para comprobar que allí no hay nada. Los lugares más comunes que generan este efecto son el espacio debajo de la cama, el interior del armario y los huecos detrás de las puertas.

6. Evitar las cosas que acrecienten el miedo. 

Si un niño manifiesta signos de temor a la oscuridad, será importante evitar que vea películas y programas de televisión de miedo o que escuche historias que pudieran asustarlo.

Finalmente solo en los casos más graves, cuando el miedo ya impide que el niño duerma las horas necesarias para su bienestar o cuando no funcione ninguna de las alternativas mencionadas, es recomendable la ayuda y la orientación de un psicólogo.

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