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Publicado por Kínder Cedros del Valle
15-jul-2020 10:14:54

Los papás como agentes indispensables en la expresión de emociones en contingencia

Desde hace unas semanas estamos viviendo un confinamiento para el que ninguno de nosotros estábamos preparados. Ha cambiado nuestra forma de trabajo, de tomar clases, de ver la vida, y por supuesto que nos está llevando tiempo el adaptarnos y asimilar la situación.

Ahora imagina por un momento cómo la están pasando los más pequeños de la casa, ellos tampoco asisten al colegio, no ven a sus amigos, no pueden disfrutar sus clases de deporte, música o natación; han dejado de ver a sus abuelitos, tíos y primos. ¿Sabes cómo podrías ayudarlos?

Pues bien, la inteligencia emocional será tu aliado. Peter Salovey y Johon Mayer (1990) conceptualizaron la inteligencia emocional como la habilidad para percibir, asimilar, comprender y regular las emociones propias y las de los demás, promoviendo así un crecimiento emocional e intelectual. 

Como puedes ver, es una habilidad necesaria para que nuestros niños puedan expresar lo que están sintiendo en éstos momentos. Pero ellos necesitan de tu apoyo para lograrlo, así es, la inteligencia emocional se cultiva en una relación bidireccional, en la que tú serás un elemento clave para ellos.

Como papá o mamá, primero tienes que reconocer tus fortalezas y debilidades en la expresión de tus propias emociones, qué tan bueno eres para comunicarlas a los demás.  También es importante que detectes cuál es tu propia capacidad de adaptación, flexibilidad y comunicación interpersonal, tu empatía y tus alternativas para solucionar conflictos de manera pacífica obteniendo un bienestar para ti mismo y para los demás. Recuerda que para tus hijos eres el ejemplo a seguir, así que ellos aprenderán a expresar sus emociones de acuerdo al modelo que tú les presentes.

Y entonces, ¿cómo puedes apoyarlo en estos momentos?

  1. La mejor manera de iniciar es aprendiendo a escucharlo, hazle sentir que es importante cada cosa que te cuentan, presta atención a los detalles, y ahí es donde encontrarás el afecto con el que te lo está transmitiendo. Acompaña su discurso con un abrazo, una palmadita o simplemente mirándolo a los ojos para que te sienta cercano.
  2. Ayúdale a ponerle nombre a ese afecto: alegría, enojo, tristeza, miedo (si tu hijo tiene más de 7 años, podrás ser más específico al nombrar sus emociones: frustración, apatía, rabia, desconcierto, etc.).
  3. Juntos, exploren qué pasa en el cuerpo con esa determinada emoción, dónde se siente, qué pasa en el rostro; por ejemplo, si está feliz le puedes ayudar a identificar que su cara tiene una sonrisa, que su corazón late aceleradamente, que tiene energía en todo el cuerpo y que quizás hasta tiene ganas de saltar. Si por el contrario, se encuentra enojado, identifiquen que la comisura de sus labios está inclinada hacia abajo, que quizás su cuerpo no sienta energía, etc.

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  4. Empatiza con él diciéndole que hay momentos en los qué tú también te sientes así. Esto le ayudará a no sentirse avergonzado de su afecto y reforzará el vínculo que tiene contigo. Además, lo ayudarás a identificar diferentes situaciones que pueden generar ese mismo afecto.
  5. Si la emoción que está teniendo es enojo, tristeza o frustración, será necesario que le ayudes a disminuirlo para que logre la resolución de la situación. Esto lo puedes hacer por medio de estrategias de respiración y relajación. El tiempo que requiere el cerebro para poder pensar y actuar de manera clara es aproximadamente de 10 min.
  6. Una vez que tu hijo nombra su emoción, reconoce las sensaciones corporales, identifica las situaciones que lo pudieron provocar y se encuentra más tranquilo, está listo para dar el siguiente paso que es (en caso de ser necesario) buscar alternativas de solución a la situación generadora.

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Por ejemplo, durante el confinamiento tu hijo puede estar riñendo más con su hermano debido a que pasan mayor tiempo juntos y tienen que compartir la habitación todo el día. Siguiendo los pasos anteriores, primero habría que escucharlo “te escucho y entiendo lo que me estás diciendo”, ayúdale a nombrar el afecto que está demostrando, “me imagino que esto te hace sentir muy enojado”,  los cambios corporales que está teniendo “estás tan molesto que puedo ver tu nariz fruncida, siento tu corazón latir muy rápido y tu carita muy caliente”.

Enseguida, le puedes ofrecer “respira por tu nariz y saca el aire lentamente por la boca como si estuviera inflando un globo; vamos a hacerlo un par de veces más”.  Una vez que esté más tranquilo, anímalo a que se ponga en los zapatos de su hermano y de toda la familia, que todos están compartiendo espacios en casa.

Ahora, la tarea más importante será que lo lleves a reflexionar qué puede hacer, cómo lo puede solucionar.  En caso de que a él no se le ocurra alguna alternativa, tú puedes verbalizar algunas, como: “cada uno podrá tener un espacio de privacidad en su cuarto, haremos un horario y calendario para irlo registrando”.

Acompáñalo para que pueda exponer su solución al miembro de la familia con quien se está teniendo el pormenor. Los niños necesitan sentirse seguros y tu presencia le generará la confianza necesaria para poder comunicar su solución.

Además, aprenderá a ser flexible, tolerante y a negociar las soluciones, ya que no siempre lo que proponga puede ser aceptado por el otro, por lo que tendrá que llegar a acuerdos.

Como puedes ver, es una labor que como mamá y papá realizas todo el tiempo, sólo hay que hacerla consciente y tener presente la manera en cómo te comunicas y el ejemplo que le das día a día.

A continuación, te propongo algunos juegos que pueden ayudar a los pequeños a desarrollar su inteligencia emocional:

  1. El dado de las emociones: elabora un cubo de cartulina y en cada lado dibuja una expresión de emociones como alegría, tristeza, enojo, miedo, amor, calma. Juega a lanzarlo y nombren la emoción que quede boca arriba; pueden complementarlo mencionando alguna situación que la genere.
  2. La varita mágica: con una “varita mágica” dile que vas a convertir su carita en feliz, enojado, triste, etc. Puede actuarlo con todo su cuerpo para que registre las sensaciones corporales de cada emoción.
  3. Cartas de fotografías: recorta de revistas rostros que muestren diferentes emociones, pégalas en una tarjeta de cartulina, colócalas boca abajo y volteen cada una nombrando la emoción que representa. De igual manera, pueden imaginar la situación que generó la emoción.
  4. El semáforo de las emociones: esta técnica se utiliza para los más pequeñitos o para aquellos niños a los cuales se le dificulta la expresión de sus emociones y les es más fácil ubicarlas de manera gráfica. Dibuja un semáforo de 5 círculos donde cada uno va a mostrar una emoción, por ejemplo: amarillo=feliz, rojo=enojado, azul=triste, negro=asustado y verde=calma.  Con una pinza de ropa, puede señalar en qué carita se encuentra el día de hoy.
  5. Cuentos: la lectura de cuentos siempre es muy estimulante para los pequeños, se identifican con los personajes o las situaciones que ahí se plasmas, siendo un vehículo muy fructífero para la expresión de emociones.

En el Kínder Cedros del Valle creemos que uno de los pilares en la formación de los niños es el desarrollo de la inteligencia emocional, por eso contamos con talleres socioemocionales que les ayudan a identificar y controlar sus sentimientos.

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Escrito por: Mtra. Tereza Yhanira Silva Cisneros. Departamento Psicopedagógico

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