La sociedad moderna se ha puesto un tanto exigente con las madres: deben ser las “coach” de sus hijos, las mejores esposas, también competentes y brillantes en sus puestos laborales y en las tareas de la casa, deben verse arregladas, bonitas… en fin, ser las mamás perfectas.
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¿Tu eres una mamá perfecta o una mamá feliz?
Todas estas condiciones han hecho que las mujeres se vuelvan inseguras en cuanto a sus capacidades de ser madre y han olvidando la esencia natural y femenina que fluye cuando a su cuidado se encuentra un pequeño ser. Esto también ha llevado a causar un gran temor a las que aún no se han decidido a ser madres.
No hay que olvidar que “La maternidad no es perfección”
La idea de la perfección debiera asegurar la crianza de hijos sanos y felices. Sin embargo, quien piensa que un rol de madre casi perfecta garantiza un buen desarrollo, está en un error.
Una mamá que busca la perfección pretende que no haya conflictos. Su ausencia les quita a los hijos la oportunidad de desarrollar recursos para sentirse fuertes, capaces y seguros ante una crisis de cualquier magnitud.
Lo que debería ser algo normal se ha convertido en un juego de decisiones, depresiones, postergaciones, sacrificios mal entendidos, entre otros tantos dramas, que nos han hecho pensar que la mujer no está hecha para ser madre de buenas a primeras.
Si no somos súper archi perfectas –bajo nuestra propia escala de valores, claro está— nuestros hijos nos odiarán y serán pequeños monstruos infelices. Y así empezamos este calvario de amor que nos carga de culpas y cuestionamientos, además de tareas agotadoras para alcanzar esta utópica perfección.
No debemos olvidar jamás el potente vínculo natural que existe entre una madre y su hijo, ni obviar que la maternidad es un DON que viene cargado de sabiduría, fortaleza e intuición, que todas las madres, adoptivas o biológicas, lo poseen sin excepción alguna.
Así que el gran consejo para las madres es no echarse culpas, ni menospreciar su rol; mejor las invitamos a aceptar sus fortalezas y debilidades, y trabajar por ser mejor pero sin perder de vista lo más importante: no tienes que ser perfecta para que tus hijos te quieran.
Por consiguiente, date el permiso de sentir cansancio, o aceptar que has tenido un mal día, o que te has equivocado, pero sobre todo date el permiso de ¡¡¡SER UNA MAMÁ FELIZ!!!
En el Colegio Yaocalli contamos con un programa de formación integral que fortalece las relaciones entre madres e hijas y facilita la sana convivencia entre ellas.
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