Queda claro que la ternura, el cuidado y la empatía que los padres brindan en los primeros años influyen de sobremanera; de hecho son –en los primeros años del niño– experiencias vitales básicas en la formación, las cuales explicamos de la siguiente manera:
Si hay más afecto en el hogar, un niño podrá desarrollar relaciones afectivas saludables: ser más sociable y empático con los demás.
Conforme va creciendo, un niño también va desarrollando sus emociones y su formación se verá afectada por su entorno: si se le proporciona un ambiente cálido, podrá despertar la sana preocupación por los demás.
Con el paso del tiempo, la personalidad infantil desarrolla también la sensibilidad ante ciertos comentarios, juegos sociales y situaciones de la vida diaria: tiene una opinión propia y una visión distinta a los demás.
<< Conoce cuáles son los valores que puedes ir inculcando en tu hijo desde pequeño>>
Este valor nos invita a preocuparnos por otras personas. Somos solidarios cuando nos damos cuenta de que existen individuos o grupos a los que podemos ayudar; gente que sufre hambre o pobreza extrema, que es discriminada, que vive las consecuencias de un desastre natural, que padece de alguna enfermedad, etcétera.
Para que la solidaridad esté completa no es suficiente darse cuenta de que podemos brindar apoyo, sino que se debe ir más allá: las acciones son las que importan. Se trata de reconocer las necesidades de los demás y actuar.
Necesitamos que los niños de hoy sean adultos buenos el día de mañana y eso sólo se consigue mediante una buena educación centrada en aquellos valores que puede transmitir la familia.
Por esta razón, en la primaria privada para niños del Colegio Cedros, buscamos el desarrollo de nuestros alumnos de forma integral, con un enfoque intelectual, religioso, social, físico y sobre todo afectivo.
Javier D. Cruz Francia