Conoce cuáles son los cambios emocionales que tu hijo tendrá durante su desarrollo y cómo puedes apoyarlo.
El ser humano es capaz de reconocer emociones positivas o negativas desde los primeros meses de vida. Las emociones antes de poder ser nombradas el niño puede expresarlas, incluso pueden ser discriminadas.
Las emociones como la alegría, miedo, ira, sorpresa, tristeza y desagrado, entre otras, se presentarán en la vida del niño de forma gradual. Primero se trata de emociones globales que, progresivamente, se hacen más específicas.
Entre los dos y los tres años de edad se produce un logro en el desarrollo emocional, ya que comienzan a experimentar emociones complejas relacionadas con el descubrimiento de sí mismos como personas únicas y vinculadas también a la relación con los demás.
Parte de las emociones complejas como la vergüenza, el orgullo y la culpa, el niño las experimentará a través del conocimiento de normas y valores sociales, siendo capaz de evaluar su propia conducta, atribuyéndole éxito o fracaso a sus acciones.
El dominio del lenguaje puede llegar a ser un detonante en las emociones del niño, ya que le permitirá expresar sus sentimientos, de manera verbal o física. Será necesario que prestes mucha atención a sus estados de ánimo de acuerdo a la situación en la que se encuentre, esto te permitirá conocerlo mejor y cómo actuar cuando sientas que algo no está bien.
Conviene transmitirle empatía con sus sentimientos, y a partir de ahí enseñarle a controlar sus emociones, para poder desarrollar un mundo emocional más equilibrado.
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Desde los tres y cuatro años de edad, los niños toman conciencia que determinadas situaciones producen ciertas emociones. Por ejemplo, los niños saben que si se portan mal puede tener como consecuencia que sus padres se enfaden.
En cuanto al control de las emociones, hacia los tres o cuatro años de edad los niños son capaces de ocultar sus emociones en determinadas situaciones y es a partir de los cinco y seis años cuando los niños comprenden realmente la diferencia entre una emoción real y una emoción expresada.
El desarrollo de la conciencia moral le ayudará a saber de cierta forma lo que siente, y también el por qué lo siente. Como pauta educativa general, hay que enseñar al niño a expresar y a ser responsable de sus propios sentimientos y emociones, y por supuesto, a saber controlarlos.
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